Aunque cada vez derribamos más barreras para convertirnos en una sociedad accesible e inclusiva, las personas con discapacidad siguen enfrentándose a muchos retos y desafíos en su día a día. Algunos están relacionados con la discriminación y el entorno, pero, otras veces, las dificultades derivan de la mala imagen que tienen de ellos mismos.
Esta situación puede influir negativamente en su bienestar emocional y llegar a condicionar su desarrollo personal. Por eso, trabajar la autoestima con las personas con discapacidad es clave para ayudarles a respetarse y a quererse tal y como son.
De esto sabe mucho Leticia Mezzetta, por su experiencia como madre de dos hijos con discapacidad, que ahora ya son mayores de edad.
¿Cómo se alimenta la autoestima de un niño con discapacidad?
Por mi experiencia creo que los niños que tienen algún tipo de discapacidad o enfermedad importante, no le dan un peso tan importante a la autoestima porque su prioridad está en otro lado.
Mi hijo Pedro, tuvo un derrame cerebral durante el embarazo y tiene una discapacidad intelectual muy grande, por lo que no es un ejemplo para esto porque él es como un niño de 5 años y no se agobia por estas cosas. Mi hija Camila, en cambio, es sorda pero gracias a sus implantes y trabajo de logopedia ahora mismo lleva una vida feliz y normal. Sin embargo, debo decir que ni en ella, ni en otras amiguitas con su mismo problema, he notado que tengan grandes problemas de autoestima. Están muy pendientes de su sordera y de sus implantes, que cuidan como oro. En alguna ocasión Camila sí me ha hecho alguna consulta sobre su peinado o su físico, pero sin darle la misma importancia que incluso yo misma le daba cuando era adolescente. Ella lo pasa un poco por encima. Cuando alguna vez le he preguntado directamente sobre este tema, siempre me contesta que no le importa mucho, que a ella le importa lo que realmente es importante, y quizá por eso la autoestima no la tiene tan afectada como otros adolescentes.
En los casos en los que Camila ha podido recibir algún comentario feo por parte de otro niño, yo siempre le he explicado que probablemente ese niño/a se haya comportado así porque quizá tenga algún problema en casa, personal o incluiso algun problema de autoestima para necesitar hacerla sentir a ella por debajo y el/ella poder crecerse. De hecho, es algo que he consultado con algún especialista y me han confirmado que efectivamente es probable que esa persona tenga algún problema o algo internamente que está fallando, y entonces necesita focalizarlo en otro y poner la pelota en el tejado del vecino.
Camila tampoco se ha preocupado, por ejemplo, cuando en su colegio que era de integración de sordos, había otras niñas sin esta discapacidad que organizaban algún cumpleaños y no la invitaban. Diría que a la que más le dolía y molestaba era a mí misma, pero ella no le daba ninguna importancia. Nunca la he notado preocupada porque tiene muy claro lo que para ella es importante. Y es algo que no sólo veo en Camila sino en todas las niñas que están en su misma situación. Es verdad que hay muchos tipos de discapacidad, pero yo os cuento mi experiencia y lo que yo he vivido.
De cara a las madres que van a ver este vídeo, ¿qué le dirías a las madres de niñas con discapacidad en etapa preadolescente? ¿Cuáles crees que son las mejores armas para fomentar en ellas una buena autoestima?
Lo que pienso y siempre repito a Camilla y que, en mi casa también decía mucho mi madre, es poner en valor el sobreesfuerzo que ellas tienen que hacer y la lucha de vida tan grande a la que se tienen que enfrentar con respecto a otra persona sana. Es algo en lo que he insistido mucho para que su problema nunca hiciera que se sintiera inferior o triste. Suelo hacer la comparación con mi propia niñez, y siempre le digo que yo no tuve que hacer ni un cuarto del esfuerzo que ella ha tenido que realizar para conseguir llegar donde está ahora, así que si alguna vez se equivoca no pasa nada, con o sin discapacidad todos nos equivocamos. Y luego la animo a poner en valor el esfuerzo que ha hecho para oir, aprender, hablar…que para mi es tan enorme, tan infinito, que tiene que estar orgullosa de sí misma y que este esfuerzo vale mucho más que el de otra persona que no ha tenido que sufrir tanto. Siempre hay que reforzarles el plus tan grande que están haciendo y que se valoren, aprendan y se quieran.
También hay que tener en cuenta que hace algunos años los implantes eran grandes y molestos y a las niñas, como era el caso de Camila, no les gustaba mucho llevar coletas para que no se les viese, pero la tecnología ha avanzando y ahora los implantes cocleares pasan bastante desapercibidos. El otro día vino al taller una clienta con su hija, que también es sorda y lleva este tipo de implante, peinada con dos coletitas. Le pregunté que si alguna vez le habían preguntado o se había sentido dolida ante algún comentario, y ella me contestó con total normalidad y con una sonrisa que “no, y si alguna vez alguien me pregunta le explico que son implantes”. La verdad es que nos viene genial darle visibilidad a todos los tipos de discapacidad existentes porque nos hacen una sociedad mucho más amplia e inclusiva. Cuanto más nos abramos y menos miedo tengamos a conocer, saber, ver…nos permitirá enfrentarnos mejor a este tipo de situaciones. Quizá estos niños que nacen con discapacidad tienen un don o un dios interior que les hace sobreponerse a todo.
Algo que siempre hemos defendido en Bimbeta es que la mirada de una madre puede ser un gran chute de vitaminas para su autoestima, ya que madre no hay más que una y nadie es capaz de ver nuestro potencial de una forma tan clara. Como madre, ¿cómo se puede tener la fuerza y la energía ante esta situación que sin duda también es difícil para una misma?
Muchas gente me dice, “no sé como puedes”, “yo no sería capaz”, y yo siempre les digo que todos podemos y que damos todo por nuestros hijos, ellos son siempre lo primero. Nos toque lo que nos toque, el amor lo puede todo y las mamás nos llenamos de fuerza para poder salir adelante.
Cuando Pedro y Camilla eran pequeños, fuí a un congreso de logopedia que me encantó. Una fonoaudiologa nos contó que descubrir que vas a tener un niño con discapacidad siempre te pilla por sorpresa y hacía un paralelismo con el momento en que una pareja decide irse de viaje de novios y eligen como destino Hawai. En ese momento te preparas para viajar a ese país, te informas sobre su clima, piensas en la ropa que llevar…, y sin embargo, llega el momento de emprender el viaje, te subes al avión y cuando aterrizas estás en Rusia, con 40 bajo cero, no conoces el idioma, no es el lugar que tu elegiste, y piensas… no estoy preparada, yo me preparé para otra cosa, esto no era lo que yo quería, no entiendo nada…Este es el choque que tienes que afrontar cuando tienes un hijo con una discapacidad o una enfermedad grave. Hay que ir aprendiendo paulatinamente. Creo que el motor del mundo, de la sociedad, del ser humano… es el amor y nos toque el hijo que nos toque lo vamos a adorar igualmente y vamos a sacar fuerzas de donde sea para ayudarlo en todo lo posible.
Y otra cosa que también quiero destacar porque a mi siempre me ha ayudado, es el conocimiento, estar informada sobre las discapacidades de mis hijos para entender a que nos enfrentábamos y las posibilidades que teníamos. Es algo que me ha permitido estar preparada y perder el miedo, porque el miedo es paralizante y te echa para atrás. Nada más nacer mis hijos y ponerlos en la incubadora, porque nacieron prematuros, me puse en contacto con centros de atención temprana, logopedas, terapeutas, psicologos,... de hecho alguna vez los médicos me han llegado a decir “no te adelantes tanto y no te preocupes tanto, sino ocupate cuando toca”. Pero sin obsesionarse yo sí creo que es importante que salgamos, aprendamos y entendamos todo lo que podemos hacer para ayudar a nuestros hijos para que luego cada uno pueda elegir su propio camino.